Enorme fue mi sorpresa cuando a una compañera de trabajo le comenté mi interés por el tema del liderazgo y obtener una respuesta inesperada e insólita.
Resulta que Mary Carmen tiene a su hijo de 8 añitos en un colegio (Instituto Andersen) donde llevan a cabo un programa llamado “Líder en mí”. Es impactante tomar nota de cómo a esta edad y en tercero de primaria los niños comienzan a participar en un programa destinado a desarrollar su capacidad de liderazgo. ¡Qué bello!
El reconocido autor, (q.e.p.d.), Stephen R. Covey nos cita a Daniel Webster: “Lo que hagamos en mármol, perecerá. Lo que hagamos en bronce, lo destruirá el tiempo. Los templos que levantemos, caerán hechos polvo. Pero si trabajamos en mentes inmortales, infundiéndoles principios, estaremos grabando en tablillas que el tiempo no podrá borrar, que brillarán eternamente”.
El programa ha sido diseñado por el hijo de Stephen, el también autor Sean Covey. Él afirma que “los principios son como la gravedad: universales, inmutables y autoevidentes”. En consecuencia, el programa consiste en demostrar la fuerza de vivir acorde a principios universales.
Una vez a la semana reciben una hora de clase acerca de los principios y su aplicación a la vida cotidiana. Una vez al mes escuchan una conferencia de un líder invitado a compartir su experiencia. El colegio está rodeado de imágenes y frases que dan vida a dichos principios.
A la entrada del colegio, cada lunes aparece la foto de un líder reconocido y una de sus frases, tal es el caso de Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Benito Juárez, Paola Espinosa (medallista olímpica), etc.
Según uno de sus boletines “un líder es aquella persona capaz de influir a su alrededor porque es un ejemplo a seguir y toma en cuenta a los demás, sin tener que ver el lugar o la jerarquía que ocupamos. Todos podemos ser líderes”.
En otro de los boletines que compartió mi amiga aparece Robert Harrington, coordinador de entrenamiento del Club América. Robert les contó su trayectoria desde trabajos humildes de albañilería en Inglaterra hasta el de “cerillo” de un Centro Comercial. En México comenzó a hacer realidad una meta que se propuso cuando era muy joven: convertirse en director técnico. Hoy está unos escalones abajo, pero él se esmera en seguir adelante. Una charla inspiradora para los niños: perseguir un sueño.
Alfonsito, el hijo de mi compañera de trabajo, es líder de mentoring y en cumplimiento de su función se acerca a sus compañeritos para ofrecerles algún tipo de ayuda y contribuir a la realización de sus responsabilidades.
También hay líderes de fila, encargados de vigilar que las filas se formen ordenada y adecuadamente. Hay líderes de tarea, encargados de recoger las tareas y entregarlas a la maestra. Así sucesivamente. Cada compañero tiene una responsabilidad.
No faltará quien piense que es una manera fácil de deshacerse de trabajos que corresponden a los maestros, pero el hecho de involucrarlos en tareas específicas asignando responsabilidades concretas es una estrategia formativa de gran valor.
En otro boletín viene la declaración de un alumno de quinto año, Diego Pineda Cortés, quien afirma: “¿Cómo he aprendido yo a ser líder? Creo que lo primero fue encontrar mis errores, después poner en práctica los valores que me han enseñado en casa y en la escuela como respeto y honestidad. Luego comencé a poner también en práctica los hábitos y así he podido tener una visión ganadora que me lleve a cumplir mis metas, a tener pasión por esforzarme y salir adelante, a dar lo mejor y hacer lo correcto…”.
El otro aspecto interesante del programa es la participación de los padres de familia para conseguir que en el hogar se viva de acuerdo con los principios que están enseñando a los niños.
La mamá, auténticamente feliz, me comenta que Alfonsito está siempre dispuesto a colaborar en los quehaceres del hogar, es muy atento, respetuoso y acomedido. Sabe jugar con sus amigos y tiene un grupo selecto con el cual se reúne para divertirse y además hacer sus tareas en equipo.
Por supuesto que “el cuerpo docente aprende y enseña a trabajar colaborativamente, para así contagiar a los alumnos de la sinergia entre ellos y ofrecerles una visión en donde el alumno sea capaz de comprender la vinculación entre materias y vea el mundo como un conjunto en el que todo está relacionado y no como un ente separado”.
Mary Carmen, una consultora experta en calidad, imparte además una clase en una de las grandes universidades utilizando en el ambiente universitario las técnicas participativas que utilizamos en capacitación. Su decepción es enorme. Descubrió que los jóvenes no saben trabajar en equipo y cuando ella forma grupos para hacer trabajos, las compañeras acaban haciendo casi todo sin la colaboración de los hombrecitos.
Por esa razón, Mary Carmen sabe apreciar la enorme importancia que tiene la formación en valores desde el primer año de primaria.
¿Qué opinas amigo lector? ¿Verdad que es agradable conocer que hay esfuerzos dirigidos a la formación de nuestros niños como futuros líderes? Me esperanza imaginarme que hay muchas escuelas que están llevando a cabo programas semejantes, inculcando valores y formando espíritus comprometidos con un futuro mejor. Vaya que lo necesitamos.
“Tengo un sueño…” como diría Martin Luther King, pero es mi sueño, de que algún día México tendrá al frente de sus escuelas, hospitales, empresas, instituciones gubernamentales y hogares a personas conscientes de los principios y valores universales y sean capaces de comportarse dignamente en la persecución de sus anhelos personales, sin demeritar los grandes propósitos nacionales. Algún día sucederá. ¿Lo compartes? Trabajemos porque sea una realidad.