En julio de 1995, apenas hace 20 años, nació a la vida pública la librería más grande del mundo. El primer plan de negocios (business plan) que elaboró Jeff Bezos traía por nombre CADABRA. Cuando los inversionistas invitados a participar leyeron ese nombre, le tuvieron pavor. No hubo el menor interés. Tuvo que cambiar el nombre, de este modo nuestra primera lección es elegir bien el nombre de la nueva empresa.
Amazon, no solo le sonaba bien a todo mundo, sino que reflejaba lo que Bezos aspiraba a conseguir, inspirado en el nombre del río más caudaloso del mundo. Contaba con la ventaja de comenzar con la letra A, la primera del alfabeto, ocupando los primeros lugares en cualquier lista que se hiciera utilizando ese orden.
Al fundar la empresa lo hizo, al igual que Steve Jobs, en el garaje de su casa. El parecido con Jobs se limita a dos cosas: el inicio en un garaje y el hecho de que ambos fueron engendrados por madres universitarias de menos de 20 años de edad y padres que decidieron no hacerse responsables. La madre de Jobs tuvo que buscar a una pareja que quisiera adoptarlo, en cambio la madre de Jeff tuvo el apoyo de sus padres y abuelos.
Jeff se apellida Bezos porque el hombre que decidió casarse con su madre se llamaba Miguel Bezos, de origen español, aunque nacido en Cuba. Cuando Mike Bezos se casó y adoptó a Jeff, éste ya tenía cuatro años. Al igual que Jobs, nunca quiso conocer a su padre biológico, aunque ellos llegaron a saber quién había sido el irresponsable que abandonó a su respectiva madre.
Jeff siempre contó con un hogar en situación desahogada que podía brindarle el privilegio de comprarle lo que se le antojara. Se dice que la madre lo llevaba desde muy chico a ver las novedades al Radio Shack más cercano y siempre pedía lo nuevo.
Desde muy pequeño, antes de los ocho años, inventó cosas a partir de sus nuevos instrumentos y contando con la ayuda y orientación de su padre adoptivo que también es ingeniero, al igual que el ahora famoso empresario.
Jeff con formación Montessori en la primaria, afirma haber tenido maestros extraordinarios en matemáticas y cálculo. Desde allí se tienen noticias de su brillante genio. En su biografía y en los libros publicados acerca de él no figuran desvaríos, confusiones intelectuales, ni existenciales y menos fumada de marihuana, como fue el caso de Steve Jobs. Nunca perdió el rumbo.
Jeffrey Bezos nos da una segunda lección: congruencia permanente a lo largo de su vida. Desde la primaria destacó en sus clases escolares. Cursó ingeniería eléctrica y de informática en una de las universidades de mayor prestigio en los Estados Unidos, Princeton. Se graduó con Summa Cum Laude. Trabajó en empresas de fibra óptica (FITEL) y financieras en Wall Street: Bankers Trust y D.E.Shaw and Co. En todas ellas hizo aportaciones al manejo de los sistemas informáticos, consiguiendo ser nombrado Vicepresidente en poco tiempo.
Cuando se convenció que el Internet había llegado para quedarse y cambiar el mundo, se puso a buscar aquello en lo que podría crear una empresa. Repasó y estudió más de 20 mercados posibles de artículos que pudieran venderse en línea. Desechó la música porque Netscape ya se había adelantado. Escogió los libros porque le vio muchas ventajas al establecer un sistema que contactara a las editoriales con millones de lectores. Con su honestidad a cuestas, fue a plantearle el nuevo negocio a su jefe, pero a David Shaw no le interesó. Decidió renunciar y lanzarse por su cuenta y riesgo.
Una tercera lección, inapreciable, es la que consiste en calcular las complejidades y dimensiones del trabajo por enfrentar. Amazon nació con un genio como padre, pero él siempre estuvo consciente de sus limitaciones: visualizaba la clase de sistema informático que necesitaría para su nueva empresa, pero se daba cuenta que él no podría crearlo.
Así como Steve Jobs reconoció sus limitaciones y se apoyó en Stephen Wozniak, Jeff Bezos encontró después de mucho buscar a su aliado principal: Shel Kaphan. Un genio de la programación que habría de convertir en realidad la visualización del sistema informático que Jeff tenía en su mente.
Sheldon J. Kaphan, el primer empleado de Amazon, no está autorizado a decirse cofundador, porque en vez de pactar un trato similar al de Wozniak, aceptó acciones a cambio. Hoy es millonario, pero no comparte la gloria y se expresa muy mal de Bezos.
Es curioso cómo los asombrosos éxitos de la revolución tecnológica se dio en pares: William Hewlett y David Packard en HP, Steve Jobs y Stephen Wozniak en Apple, Bill Gates y Paul Allen en Microsoft, Larry Page y Serguéi Brin en Google, Mark Zuckerberg y Eduardo Saverin en Facebook y Jeff Bezos con un Kaphan no reconocido.
Aprehendamos una cuarta lección de Amazon. Cuando nació la empresa, con un ambicioso proyecto de 200,000 títulos, el Plan de Negocios establecía la necesidad de recursos financieros sustanciosos de 300,000 dólares. Aunque los padres y los abuelos de Jeff tenían dinero y fueron los primeros en aportar, se requerían muchos más recursos.
Fue entonces cuando Jeff echó mano de la red de relaciones que había construido a lo largo de su vida, sólo así pudo nacer y comenzar a operar la librería más grande del mundo. El carácter jovial y jocoso que le caracteriza se convirtió en una fuente de financiamiento por contar con una sólida credibilidad personal y profesional.
La quinta lección que deseo destacar de la experiencia Amazon es la necesidad de crear un producto apetecible para el mercado. No basta con crear un producto o un sistema extraordinario. Nunca es suficiente una propuesta de valor con un sólido contenido, es preciso que el mercado al que está dirigido lo aprecie y esté dispuesto a pagar por ello.
Amazon consiguió 2000 visitantes diarios en los primeros meses y 50,000 diarios a tan solo un año de haber sido lanzada al mercado en línea. Su mensaje era simple: vendemos libros por internet. El producto-mercado escogido fue tan exitoso que en 2014 la empresa se cotiza en 300,000 millones de dólares y la fortuna de Jeff Bezos asciende a 28,000 millones de dólares.
No podemos ignorar los premios recibidos por Jeff Bezos: en 1999 fue reconocido como “la persona del año” por la Revista Time y en 2014 como “el peor jefe del mundo” por la Confederación Internacional de Sindicatos.
Es evidente que nunca alguien que se esmera por conseguir la mejor empresa y el proceso más perfecto lo va a lograr, a menos de que apriete las tuercas al máximo y eso es un “arte directivo” o el ejercicio del fuete junto con las instrucciones, se ve que Jeff eligió esto último. También en esto es parecido a Steve Jobs.
RECUERDA: SI QUIERES TENER ÉXITO COMO ENTREPRENEUR, COMIENZA POR SER UN INTRAPRENEUR.
SI QUIERES TRIUNFAR AFUERA DE TU EMPRESA, COMIENZA TENIENDO ÉXITO ADENTRO.
¡HASTA EL PRÓXIMO MIÉRCOLES!
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