El día once de agosto de 2014 resulta un día célebre en la historia de México. Se cerró un ciclo de once reformas trascendentales de la Constitución Política de México. Desde el discurso de toma de posesión el Presidente Enrique Peña Nieto planteó sus ambiciosos proyectos, “no vengo sólo a administrar, sino a transformar”. Esto mismo hacen todos los presidentes de todos los países. Hasta aquí no hay diferencias.
Lo relevante se encuentra en el astuto plan de convocar a un Pacto por México donde resultaron comprometidos los partidos políticos que dirigen la vida política de ciento dieciocho millones de mexicanos. Una canasta de intereses encontrados que se veía imposible de armonizar.
Tejer esa red de alianzas resultó un acto de malabarismo y de extraordinaria habilidad política. En algunas reformas se consiguió la alianza de los partidos de la derecha, con los votos de la izquierda en contra. En otras se alió con la izquierda, con los votos de la derecha en contra.
Ninguna de las reformas tuvo un consenso del cien, ¡ah! Para eso es el trabajo político. Para conseguir las mayorías que permitan al líder coronar sus propósitos. Esto solamente es posible cuando el líder cuenta con un hábil, capaz y experimentado equipo.
Decía Niccolo Machiavello que un líder (“un príncipe”, recordar que publicó su obra en 1513) debe encontrar la forma de balancear a los que apoyan los cambios frente a los que se oponen. Los primeros estarán de su parte (con debilidad, incertidumbre, desconfianza) porque visualizan los beneficios que obtendrán, éstos serán los menos, porque aún no existen. Los que se oponen al cambio (con firmeza y determinación) serán aquellos que perderán sus privilegios y harán hasta lo imposible por mantener las cosas como están para no perder sus ventajas (entiéndase Carlos Slim, Emilio Azcárraga Jean, Ricardo Salinas Pliego, Sindicato de Maestros, de PEMEX, etc.)
En este sentido, tenemos que reconocer que en esta etapa del proceso, el Presidente Enrique Peña Nieto luce como un legítimo líder transformador. En este blog he tomado el título de LIDERAZGO ORQUESTADOR para darle sentido a mi convicción de que primero, un líder debe escribir la partitura organizacional y, si existe, estudiarla y comprenderla a fondo. Él mismo lo reconoce así:”…hoy ya contamos con el marco jurídico y la estructura institucional para iniciar la ruta hacia un nuevo México…” pero, “ahora, comienza una nueva etapa de transformación en el país, aunque adelantó que el camino no será fácil, ni los resultados llegarán de forma inmediata”.
Llevemos estas reflexiones a nuestro terreno, la vida de nosotros los ciudadanos. En la primera reforma, la laboral, se nos dijo que iba a contribuir a la creación de 600,000 nuevos empleos y ¿qué ha pasado? Nada. De este modo, resulta tan difícil creerles cuando nos dicen que las reformas tienen tres propósitos: “elevar la productividad del país para impulsar el crecimiento económico, fortalecer y ampliar los derechos de los mexicanos y afianzar nuestro régimen democrático y de libertades”.
La primera parte de nuestra definición de LÍDER ORQUESTADOR ya está cumplida, ahora viene el reto fenomenal de poner en práctica dichas reformas, que son tantas como para provocar confusión: 58 modificaciones a la Constitución, 81 cambios a leyes secundarias, 21 ordenamientos jurídicos, creación de 3 nuevas instituciones y disposiciones para fortalecer a 13 instituciones ya existentes. Ahora el malabarismo a realizar será totalmente interno, lograr que más de dos millones de burócratas asimilen el cambio, lo comprendan a fondo, se comprometan y tengan la disposición de hacerlo realidad en los hechos ¿nada fácil, verdad?
Los líderes en movimiento, los que trabajamos diariamente pegados al piso ¿tenemos algo que aprender? Pues yo pienso que sí. Un verdadero líder debe tener claro que aquello que dirige tiene, al igual que el planeta tierra, dos clases de movimiento: el de traslación y el de rotación.
El movimiento de traslación, el movimiento de la tierra alrededor del sol (365 días, 5 horas, 47 minutos), equivale en las empresas a esa adecuación permanente que todo líder debe tener presente para ajustar sus tiempos no sólo en función de cuatro estaciones, como la tierra lo hace, sino para irse adecuando a las condiciones cambiantes del mercado. Lo que hoy funciona, mañana exigirá transformaciones para perpetuarse. Es indispensable tener reformas frecuentes, que no constantes (el clásico dilema del innovador). Es necesario balancear entre lo permanente y lo cambiante. Es muy arriesgado llevar a cabo cambios en muchos segmentos de mercado al mismo tiempo. Es aconsejable una planeación estratégica con un horizonte de cinco años, por lo menos, para ir haciendo ajustes durante el año. El crecimiento de los mercados obedece a leyes cada vez mejor comprendidas, de modo que nuestra estrategia debe reflejar esa comprensión.
El movimiento de rotación, el giro que hace la tierra sobre su propio eje (cada 23 horas con 56 minutos), equivale en las empresas a la noche y el día que se vive en cada entidad organizacional. El líder orquestador no sólo establece la partitura organizacional, acorde con su mercado, sino que se enfoca en armonizar el trabajo, el entusiasmo, la energía, y ¿por qué no? la oposición, el desgano, la falta de compromiso, que siempre existe en un equipo. Balancear diariamente lo positivo con lo negativo, el compromiso de algunos con las tareas a realizar, frente al desinterés de otros que no se comprometen.
Lo más fácil siempre será “dejar las cosas como están”, “no hacer olas”, el gran problema de todo líder transformador es que, inevitablemente, “siembra vientos y cosecha tempestades”. Ello ocurre porque, como lo advierte Maquiavelo, los beneficios del cambio no son más que sólo promesas, a veces difíciles de creer; por lo contrario, los perjuicios del cambio, la pérdida de privilegios para los que están obteniendo ventajas, son tan reales como quedarse sin aquello a lo cual ya se acostumbraron y… además, lo sienten como sus derechos.
¿Dispuesto a correr el riesgo? Te animo a que te conviertas en LÍDER TRANSFORMADOR, para dejar huella, para hacer que la vida de quienes dependen de tu liderazgo sea cada vez mejor y el impulso que imprimas a aquello que tú diriges, se convierta en algo trascendente. Te invito a que hagas historia y no permitas que la rutina y el marasmo se apoderen de tus seguidores. Ellos tienen puestas sus esperanzas en su líder, no los defraudes.
¡HASTA EL PRÓXIMO MIÉRCOLES!
¡QUE LA FUERZA DE TU INSPIRACIÓN GUÍE TUS PROYECTOS!
Alfredo Esponda Espinosa
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