yosoy17-marchaFoto: DiariocontraPoderenChiapas.com

Alfredo Esponda
alfredo-esponda@cencade.com.mx

El domingo 22 de junio de 2014 se lanzaron a la calle los médicos del IMSS de 41 ciudades de la República Mexicana. Las marchas fueron tumultuosas. Mantas y gritos eran en el sentido de “no queremos impunidad, queremos justicia” y otras como “somos médicos, no dioses, ni criminales”.

¿Por qué tanta protesta? Estas marchas fueron de apoyo a los 16 médicos de Guadalajara acusados de homicidio culposo por la muerte de un paciente de 15 años de edad, Roberto Gallardo.

El padre del menor afirma que su hijo entró al Hospital de Pediatría del IMSS por un cuadro asmático. En principio, todo se ve fácil y no se encuentra causal de muerte. Sin embargo, al ponerle un catéter le perforaron un pulmón y a partir de eso surgió un cuadro sumamente complicado que condujo al fallecimiento del paciente.

La CONAMED (Comisión Nacional de Arbitraje Médico) que es una Comisión integrada por médicos decretó  “la defunción del paciente no se debió a una mala praxis”. La opinión popular es: “los médicos defienden a los médicos” y por lo tanto nunca encuentran culpabilidad alguna en la práctica de sus colegas, aunque ello haya conducido a la muerte del paciente.

Entre la comunidad empresarial se comenta que ni siquiera el conserje o el cuidador de coches quiere ir al Seguro Social por lo mal que lo atienden, las escasas medicinas que les dan y el tiempo que los hacen esperar. Desgraciadamente las malas prácticas son reales y frecuentes.

Son muy escasos los ejecutivos que tienen una buena experiencia a la mano del contacto de sus trabajadores con los servicios médicos de seguridad social. Es decir, sí existen, pero son pocos.

Según datos del Periódico Reforma “la Comisión de Salud del Congreso de Jalisco buscará despenalizar la práctica médica en la entidad. Vamos a hacer un marco legal para que dejen de presionar a los médicos, para que no sean juzgados como criminales”.

A continuación se reproducen expresiones airadas de algunos participantes en las marchas.

“La Secretaria de Salud debe ver salarios, capacitación, infraestructura, enfermeras, servicios saturados por exceso de pacientes, tenemos que dedicar a cada uno menos de veinte minutos”

“Necesitamos que dejen de pagar a especialistas 3000 pesos quincenales”. Otro, el Dr. Escoto, quien asegura ser angiólogo, cirujano vascular y endovascular señala: “Con Maestría, especialidad, subespecialidad, etc. nos pagan 5000 pesos quincenales”.

El grave problema es lo difícil que resulta separar la mala práctica profesional de una persona, por un lado, y por otro todas las carencias que padece el sistema nacional de seguridad social, especialmente la saturación de pacientes por atender, lo que conduce a diagnósticos apresurados y carentes de soporte informativo sólido como puede ser el estudio profundo del expediente, las radiografías, tomografías, encefalogramas, perfil sanguíneo, hepático, etc.

Debemos tener siempre en la memoria  la convicción profunda heredada del Padre del Movimiento Internacional de la Calidad, el Dr. William Edwards Deming, quien demostraba con estadísticas contundentes que el 85% de las causas de los problemas son causas comunes (es decir, del sistema) y únicamente el 15% son causas especiales (es decir, de las personas).

Resulta frecuente culpar a los individuos por sus fallas, lo cual demuestra una grave carencia de un enfoque sistémico. Hemos de ver la falla como parte del sistema donde surge. El individuo aislado no puede hacer gran cosa, requiere de una infraestructura, de un equipamiento, de insumos propios del trabajo que desempeña y, lo más importante, de una preparación que lo capacite para desempeñarse adecuadamente.

En el caso de los médicos del IMSS no hay duda que se presentan con exageración las malas prácticas, las deficiencias en el tratamiento, pero también es justo reconocer que la Institución pasa por enormes problemas de déficit financiero y no alcanza a proporcionar la infraestructura y todos los insumos que requiere un médico para desempeñarse eficientemente.

Esta experiencia que llenó los periódicos de todo el país y que se vio como un escándalo, no es más que un frijol negro en una tonelada de maíz blanco. Los problemas no resueltos se nos acumulan y resultan insuficientes los recursos disponibles para atenderlos adecuadamente.

“Nunca hay que cruzar un puente antes de llegar a él” reza un proverbio muy antiguo, pero estamos en una situación en que hemos cruzado demasiados puentes y ni cuenta nos dimos, estamos ampliamente rebasados.

No queda más remedio que aceptar el fracaso de los líderes anteriores que no atendieron los retos que hubieron de enfrentar en su momento. Que no nos pase lo mismo, es lo deseable. Nuestra generación, a cargo de los problemas presentes, tiene que cumplir con su tiempo.

Hasta la próxima.

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